VICTOR JARA EXIGE JUSTICIA
Hoy le toca a Víctor Jara ser el que aparece en huesos ennegrecidos para decirnos que solo la perseverancia de sus familiares ha permitido avanzar milimétricamente en la verdad y en la justicia respecto a su crimen, cometido por una dictadura fascista y básicamente por un sector político que hasta hoy día, 35 años después, goza de los beneficios que esta dictadura les trajo.
“Si tuviera un martillo, golpearía en la mañana, golpearía en la tarde, por todo el país, martillo de justicia, martillo de verdad, martillo de castigo y de nunca más”…es lo menos que podemos cantar en estos momentos junto a Víctor Jara, golpeando por ejemplo al nazi criollo que días atrás aseguró que lo sucedido a la Presidenta Michelle Bachelet no se compara a lo sucedido con Ana Frank, quien murió en un campo de concentración, porque aquí esta Víctor, mostrándonos que murió en iguales circunstancias de espantoso dolor y en un exterminio que todavía no es castigado.
Con este golpe de verdad podemos golpear a la diputada nieta de torturador que escandalizada reclamó por los falsos desaparecidos que le indicó el Mamo Contreras, jefe de la Gestapo nacional, la DINA , incluyendo entre ellos a los familiares detenidos desaparecidos de Anita González, que son cinco, y de paso golpear a los que dicen que debemos dejar el pasado atrás y construir futuro, olvidando de ahora en adelante lo ocurrido ya hace tantos años.
Víctor Jara nos viene a recordar que no avanzaremos un paso mientras no seamos capaces de derrocar a la impunidad, que tiene atada a la justicia con las mil formas que tienen los culpables para protegerse, empezando por la ley de amnistía de Pinochet, pasando por la actitud poco decente del Ejército de Chile que aún tiene en sus filas y defiende a los asesinos y concluyendo con los castigos de “libertad vigilada” que se le esta dando a los culpables en los juicios de Derechos Humanos.
Si hay algo en lo que no nos igualamos con el exterminio nazi, es en que el Hitler chileno murió de viejo, con honores, y en nuestro país conservó el respeto político, social y militar mientras vivió, lo que se nos impuso con acuerdos que pasaron por sobre todos los torturados, los desaparecidos, los martirizados, las fosas comunes y el impacto traumático que este exterminio significó para todos los chilenos.
Desde ese momento nos dividimos entre los que estamos con los muertos y los que están con los asesinos; en un Chile que se sigue buscando, excavando y exhumando la verdad, mientras ellos, los asesinos, antiguos militantes gremialistas que antes del golpe militar rayaron todo el país anunciando con un ¡YAKARTA VA!, que venía la ¡Noche de los cuchillos largos!, que Himmler inició en Alemania, luego se practicó en Yakarta y que en ese momento venía para nosotros.
Entonces, por decisión de los que participaron activamente de la dictadura, de los que mataron con mano ajena y se hicieron los lesos con la sangre que corría por debajo de sus negocios y robo de nuestro patrimonio económico estatal, se desató esa gran noche de los cuchillos largos que duró 17 años y nos dejó con un deshumanizado y criminal modelo neoliberal, del que hoy día se enorgullecen y dicen que si bien no están de acuerdo con los excesos cometidos en Derechos Humanos, debemos reconocer que este progresista sistema fue instaurado por el gobierno militar que ellos avalan.
Víctor Jara hoy nos viene a recordar la verdad y exige justicia, como tantos otros que a veces regresan de su desaparición forzada, y casualmente, es un simple conscripto el que nos está llevando a los hechos con declaraciones que develan el manto nebuloso de encubrimiento concertado que se ha desplegado sobre los crímenes, casualmente, como en Copiapó, donde los conscriptos y clases nos dijeron como y donde habían matado a los presos en octubre de 1973: al interior del regimiento, con corvos, cuchillos, golpes de culatas y de bolas de plomo que colgaban de cadenas, y no como declara un oficial que se culpa de todo diciendo que los baleó por la espalda al reducir un intento de fuga en la carretera. Lo notable es que sacamos a nuestros muertos de la fosa común en 1990 y estaban mutilados con corvos, cuchillos y golpes, sin embargo, solo a fines del año pasado, mediante una declaración hecha ante el juez Montiglio pude entregar pruebas de que mi hermano, Adolfo Palleras, fue masacrado y que no tenía balas; ante lo cual pregunto: ¿Habrá que exhumar sus restos para comprobar que él y las restantes víctimas de la Caravana de la Muerte en Copiapó no fueron fusilados por un solo hombre en un intento de fuga?
En este Chile Insólito, como lo llama Máximo Kinast, seguimos sobreviviendo, con un Parlamento de Congresistas cómplices criminales que se atreven a poner en duda la inocencia de los muertos, porque eran comunistas y la causa era esa, exterminar esa ideología.
Sobrevivimos a diario, en medio de la impunidad, la corrupción y la administración de la pobreza heredada por la dictadura… y con el regreso de Víctor Jara, que esta vez nos golpea con su verdad.
Angélica Palleras N.
Hermana de Adolfo Palleras N.
Ejecutado en tortura por la Caravana de la Muerte en Copiapó.
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