SEPTIEMBRE SOLIDARIO
Por GUSTAVO ESPINOZA M. (*)
Es un hecho ya mundialmente conocido que el próximo sábado 12 de septiembre se recordarán 11 años de la captura y reclusión en una cárcel norteamericana, de Fernando González, Ramón Labañino, Antonio Guerrero, Gerardo Hernández y René González, “los cinco”, como se les conoce hoy en todos los continentes.
Mucha agua ha corrido bajo los puentes desde entonces. Y mucha sangre de los trabajadores y de los pueblos, también. No obstante ha permanecido inalterable la voluntad del imperio en estos casi 4,000 días transcurridos en medio de constantes denuncias y protestas.
Lo que en su momento fue un capricho del Presidente George Bush y una manera de herir a Cuba en lo más hondo de su corazón; se ha tornado en un abuso siniestro, casi irreversible, toda vez que, recientemente, la Suprema Corte de los Estados Unidos resolvió, finalmente, no ocuparse más del tema.
Las cosas han marchado por una senda tortuosa en estos once años. Y no por culpa de los acusados, ni de la Defensa. En un inicio, fueron procedimientos policiales penosos y sublevantes, que se expresaron en la decisión de las autoridades policiales del país del norte, de mantener incomunicados y aislados durante 17 meses a las víctimas de esta barbarie sin permitirles, siquiera acceso a la Defensa.
Después, un juicio inaudito, quizá sin precedentes en la historia humana que concluyó con sentencias extraídas del Libro de los Horrores, o quizá de la Historia Universal de la Infamia.
Gerardo Hernández, por ejemplo, para redimir su pena, deberá cumplir (¡como si eso fuera humanamente posible!) dos Cadenas Perpetuas, más quince años de cárcel).
Y luego una serie sucesiva de maltratos en todos los planos, desde la reclusión en “el pozo” un sinnúmero de veces hasta la prohibición de sus visitas familiares más cercanas, como un modo adicional de humillarlos y doblegarlos.
En los primeros años del hecho, a comienzo del caso, las autoridades policiales de los Estados Unidos se empeñaron vanamente en arrancar a los 5 un documento en el que admitieran los “delitos” que se les incoaban: espionaje y terrorismo, ofreciéndoles a cambio su libertad y otros beneficios.
El estrepitoso fracaso de esa estrategia, nunca hizo retroceder a los verdugos. Aún hoy trabajan en esa dirección, que se sabe nos los conducirá a ninguna parte, sino apenas a estrellarse con el muro de la dignidad y el decoro que mantienen estos héroes como una verdadera coraza y que heredaron de sus antepasados, desde Martí, pasando por los luchadores de la Independencia de Cuba y llegando a los héroes del Moncada, a los que se parecen tanto.
Hoy es posible asegurar que este pérfido empeño de la administración Bush, no fue producto del azar, ni obra de un Sherif obcecado. Fue el paso inicial para un operativo de muy alto vuelo: el mandatario yanqui, en el año 2003, instruyó a los principales asesores militares de la Casa Blanca para que preparen un Plan Militar de invasión a Cuba por la vía más expeditiva.
El documento que procuraba, entonces, no era un capricho pueril, sino una pieza fundamental que pudiera permitirle al señor Bush asegurar que Washington había desbaratado una acción secreta impulsada por Cuba y su gobierno, pretexto, sin duda, que le serviría para desencadenar el horror desatando una guerra relámpago al más rudo estilo hitleriano.
Que el gobierno del señor norteamericano de ese entonces era capaz de eso, y mucho más, lo acredita fehacientemente el saber que, por un cargo menor -la falsa acusación de acumular “armas de destrucción masiva”- justificó ante el mundo el inicio de la guerra del Medio Oriente agrediendo militarmente a Irak y desatando un conflicto que ya ha costado la vida a más de un millón de personas.
En todos los países este septiembre solidario se desplegarán las más variadas iniciativas en apoyo a la justa causa de los 5. Manifestaciones callejeras, pedidos, manifiestos, proyecciones de arte, cine, pintura, poesía y muchas otras expresiones de la cultura y el sentimiento, aflorarán a borbotones con una idea fija: fortalecer la demanda y emplazar al Presidente de los Estados Unidos para que, finalmente, decida poner fin a este proceso que no es sino una farsa, y disponga la libertad de los antiterroristas encarcelados y su retorno al país –su país- al que sirvieron siempre.
Una idea del espíritu que animará esta jornada, lo tenemos reproduciendo las 9 pautas que el Comité Peruano de Solidaridad con los 5, ha dado a conocer anunciado sus acciones, la más importante de las cuales será, sin duda, la marcha del sábado 12 de septiembre por las principales calles de la ciudad capital. Podrán servir como orientación y guía para muchos.
La organización solidaria peruana impulsora de esta causa dice lo siguiente:
1.- Toda la Jornada debe orientarse a demandar al gobierno de los Estados Unidos, y en particular al Presidente de ese país señor Barack Obama, la libertad de los 5.
2.- No hay que olvidar que esa exigencia debe complementarse con el pedido para que se otorguen Visas de Ingreso a los Estados Unidos a Elsa y Adriana, las esposas de dos de los 5 héroes encarcelados.
3.- Hay que desarrollar todas las iniciativas asegurando que ellas se ejecuten con la participación masiva, organizada y disciplinada de todos los compañeros.
4.- Hay que tener un criterio muy amplio en las convocatorias y actividades, considerando que la causa que nos alienta no es patrimonio de nadie, sino una expresión universal de demanda de justicia. Debemos esforzarnos por ganar a nuevas fuerzas y sectores para incorporarlos a esta lucha.
5.- No hay que mezclar esta causa con otras. Menos aún con temas referidos a la política nacional. Bien sabemos todo el esfuerzo que hace el enemigo para comprometer nuestra lucha con asuntos vinculados a la crisis interna del país.
6.- Hay que respetar escrupulosamente la naturaleza de los actos que se programen. En los actos callejeros se pueden agitar consignas de lucha, pero en las actividades culturales en recintos universitarios y/o académicos hay que asegurar un comportamiento que afirme nuestras posibilidades futuras de acción y no desacredite nuestra batalla por la justicia.
7.- Hay que fortalecer los lazos solidarios entre nosotros mismos, las organizaciones convocantes y los amigos de Cuba. El respeto mutuo, la voluntad unitaria y el esfuerzo común deben constituir la columna vertebral de nuestra jornada.
8.- Hay que asumir la responsabilidad de nuestros actos conscientes que estamos defendiendo una causa justa.
9.- Hay que ayudar a la realización de la Jornada participando en todas las tareas que nos sea posible estar, y aportar moral y materialmente para su exitosa ejecución.
En el Perú, y en todas partes, se tensarán otra vez las fuerzas sumando la voluntad de los nuestros a una gesta que se perfila en los carriles de la historia. De este modo el mes que se inicia será, nuevamente, un Septiembre Solidario (fin)
(*) Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera / http://www.nuestra-bandera.com
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